En machurucuto población del Estado Miranda, no hubo difunto al cual ella no le rezara. Había nacido hacía casi 90 años y desde muchacha aprendió a rezar en VELORIOS y novenarios , pues su madre lo hacía y su abuelita también. Ella continuó con aquella tradición y en esos caseríos cercanos todos la conocían como "Bartola la rezandera" El guapo, Cúpira, Boca de Uchire, CLARINES, El delirio , El clavo, Ojo de agua, El encanto y muchos otros había visitado, pues según decían era la mejor rezándole a los difuntos para hacerles más ligero el viaje eterno. Responsos, Letanías, Novenas y oraciones que sólo ella sabía recitar con tanta fe y devoción, hacían brotar lágrimas de familiares y amigos del muerto de turno. Ella siempre comentaba, que lo más seguro era que cuando ella muriese , no habría quien le rezara con tanta devoción y sentimiento en su velorio, entierro y novenarios. Lamentablemente su premonición fue muy cierta, pues falleció el mes pasado en su humilde casita del delirio, un caserío a orillas de la carretera que conduce al Oriente del país. Para su mala fortuna BARTOLA procreo 9 hijos varones, de los cuales ninguno siguió la tradición familiar de ser rezandero. Cuentan sus vecinas Angelina y Miguelina que apenas sabían el padre nuestro y eso fue lo que le ofrecieron, dicen que al velorio acudió mucha gente pero ninguno rezaba como ella y la gente vino fue más que todo a beber aguardiente, café, chocolate y a acompañar a la familia. Lo extraño del velorio fue que a media noche apareció una viejita muy parecida a la difunta BARTOLA y agarró unos lloros y lamentos que asustaron a los presentes en el velorio y al otro día cuando la iban a sepultar y abrieron por última vez la urna para despedirla, BARTOLA estaba llorando y en su rostro se dibujaba la tristeza.
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