Estilita vivía con Inés su última hija en la casa nueva del limón, sus otros muchachos habían casado y de vez en cuando la visitaban y compartían en familia. Una mañana se apareció la madrina de Inés, la comadre Ailsa y las puso al día de como estaban sus antiguos vecinos, también le comento a Estilita que según las malas lenguas, el espíritu del difunto BARTOLO seguía desandando en la vieja casa. Estilita sintió pánico y le pidió cambiarán el tema, le agradeció no darle a nadie su nueva dirección, mucho menos hablar de ella o de sus muchachos en el barrio. Esa noche se durmió Temprano, luego un ruido de puertas y pisadas la sobresalto Bastante, los nervios y el recuerdo del difunto esposo, la hicieron preguntar con voz trémula quien anda ahí? quien anda ahí? La voz de Inés la calmó diciéndole: soy yo mamá, disculpa se me hizo tarde. Mientras el espíritu del difunto seguía azotando ollas y pocillos en la antigua casa, construida por el cuando salió de Tinaquillo y llegó a Maracay con su mujer y sus hijitos. LA gente si acaso duraban un año en la casa, luego la remataban para salir huyendo espantado por aquel terrible espíritu.
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