Luego de enterrar al esposo muerto, Estilita dio a luz a José Gregorio el último hijo de BARTOLO. Había quedado sola con 4 niños y una bodega, un patio de bolas. En Tinaquillo había muerto su madre Guillermina y don Basilio se había venido también a Maracay junto a sus hijos ya grandes. Llegaron a casa de la hija viuda mientras encontraban donde comprar una casa, ella los recibió esperando la ayudarán con el negocio, de esa manera ella cuidaría sus hijos y de seguro todo estaría bien, quien más que su papá y hermanos para cuidar de la desamparada familia. Sus hermanos mayores atendían la bodega, su padre el patio de bolas las cervezas y los hervidos, pero ninguno le rendía cuentas y paso a ser la criada y sus hijos eran maltratados por los tíos. A los 3 meses don Basilio compro un buen terreno y se fue junto a sus hijos de casa de Estilita, se llevo las bolas, las cervezas y los clientes, hasta las grandes ollas también se las llevo. El lunes la madre junto a María la hija mayor, trataron de abrir la bodega y descubrieron que estaba vacía, tan sólo 4 latas de sardina y 2 papelones quedaban en los estantes de madera, entonces buscaron la vieja lata de leche donde guardaban la platica producto de las ventas, al abrirla estaba vacía. La habían robado, los que aseguraron venían ayudarla a ella y a sus muchachitos, ella fue hablar con el papá y este la insulto y reprochó, por haberse casado con un negro que para colmo había muerto dejándola íngrima y sola. Viuda con hijos se dijo de regreso a casa, una rabia mezclada con tristeza y desolación se apoderó de ella, lloro todo el camino y se preguntaba como alimentaria a sus hijos. Cuando llegó a casa, salieron los niños a recibirla sonrientes e inocentes, se abrazaron y se juro no volver a ser víctima de quienes sólo se aprovechan de los Desamparados. Empanadas, arepitas dulces, buñuelos y conservas comenzaron a ser vendidas por María y Bartolito en las calles polvorientas de la vieja Maracay.
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