La otra tarde estábamos en casa y nos visitó don Celestino, para decirnos que su señora Lucrecia estaba haciendo unas ricas empanaditas de pollo para la venta. Entonces decidimos cenar en casa del vecino y de esa manera colaborarle un poco, al llegar nos sentamos en unos troncos y había varios vecinos compartiendo y degustando las empanaditas con un guarapito de papelón. La verdad que se veían sabrositas y había picante y varias botellas de guasacaca, al rato nos sirvieron a nosotros que éramos cuatro: El viejo Cola, Perico, Cuspa y mi persona. Bueno realmente estaban divinas y la guasacaca les daba un gustico único. Al final nos comimos 5 cada uno y yo me tome un cafecito recién colado y pedimos la cuenta en total cada empanadita nos la pusieron a 50 bolos y para como están las cosas de caras nos pareció más bien baratas. Al despedirnos les Di las gracias a la Doña y le dije que esas empanaditas de pollo estaban riquísima, la vecina se me quedo mirando y me soltó esta perla: Gua vecino no eran de pollo si no de iguana macho y las de mañana serán de rabi pelado usted sabe para variar. Le dijimos que volveríamos, pero fuimos y comimos seguros que eran de pollo y para ser sincero a pollo sabían las empanaditas. Con razón Celestino se la pasa encaramado en esos palos y metido en cuanto mogote y en esos barrancos Malaya.
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