Esa noche mi vecino Gregorio luego de contarme la historia de los ancianos, y aun faltando mucho camino por recorrer me refirió algo que no solo le sucedió a el si no a varios choferes amigos que transitan por las misma carretera. lo curioso de este relato es que siempre sucedía en el mismo paradero del sombrero. cuenta el vecino que en una oportunidad luego de parar a descansar y echar gasolina, se le acerco un hombre alto de contextura fuerte que vestía pantalones blue jeans y chaqueta de la misma tela con una especie de gorro negro en la cabeza y una pata de cabra en una mano y en la otra una garrafa con agua. este le comento que estaba accidentado en dos caminos y que le diese un empujón hasta el lugar. esa noche el traía solo dos pasajeros hombres y les comento y estos dijeron no tener inconvenientes en que lo llevaran. comenta el chofer que el misterioso pasajero se monto en el asiento trasero y los otros dos acompañantes de inmediato se durmieron. el dice que luego de un rato ya seria como media noche el lo miro por el retrovisor y quedo casi paralizado cuando al mirarlo noto que de sus ojos salía un color rojo intenso que brillaba en la oscuridad. sorprendido freno rápidamente deteniéndose, los pasajeros despertaron sobresaltados y al preguntarle que había sucedido ya el extraño hombre no estaba dentro del vehículo, comenta Gregorio que un fuerte olor a azufre quedo dentro de su carro. luego de eso prosiguieron asustados hasta su destino que era la ciudad de Maracay. sorprendido le pregunte si eso realmente le sucedió, o eran puros cuentos para que no me durmiera. respondió que fue totalmente cierto, mire de noche todos los gatos son pardos amigo mío. así me refirió otras historias que la han sucedido en la carretera nacional. la verdad no se si realmente fue así o no, solo se que de que vuelan, vuelan.
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