Cuentos de Velorio #18

Esta vez una doñita de nombre Josefita Medina ,fue la encargada de proseguir con las historias. Con permiso de la difunta les voy a relatar el caso de una mujer por allá en turen hace muchísimos años que marcó mi vida . Palmira Torrealba era su nombre nacida en un hogar muy humilde, conformado sólo por sus taitas y ella la única hijita. Todos la conocimos y yo en lo particular fui su amiga; desde pequeña se embroquetó en el campo con su papá, mientras la madre atendía la casita en el pueblo. Así pasó el tiempo y fueron comprando ganaito y prosperando de apoco, arreglaron la casa y hasta un Jepsito Willis compraron que por cierto había sólo dos en turen en ese tiempo. En esos días abrieron una botica que la atendía un muchacho alto y catirito hijo de un militar, contaban las comadres que de Caracas lo había mandado el papá pues en ese tiempo había muchas conspiraciones pa'tumbá a Pérez Jiménez y al parecer el estaba estudiando pa' doctor y bueno se metió en líos pues. Como en pueblo chiquito to' se sabe ahí mismito las muchachas se alborotaron al saber que estaba soltero el boticario. Yo se lo comenté a Palmira que ya andaba en los veinte y tantos y nunca había tenido novio, por su temple y rebeldía los muchachos le huían. Una tarde nos fuimos a la botica y lo conocimos se llamaba Pedro de apellido Centeno; yo los deje solos conversando y me vine pa mi casa pues. Luego ellos comenzaron a verse y se enamoraron locamente a pesar de que eran tan diferentes, Ella recia y ruda, el bien educado pero tímido. Según me contaba Palmira, al año fijaron fecha para la boda y en el pueblo todos hablaban era sobre aquella pareja tan aparentemente diferente. Se casaron yo tuve el honor de ser la madrina, pero que va. Esa primera noche el amaneció en el burdel de las afueras, mientras ella se quedó esperándolo en la habitación que los padres le habían arreglado en la casa nueva. Teolinda la chismosa del pueblo lo vio salir tambaleando abrazado con una de las mujercita del burdel, de nada sirvió aquel fiestón con música criolla. Al otro día tampoco vino pa' casa de su esposa. Todos en el pueblo se burlaban y reían echándole la culpa a Palmira por el carácter que tenía. Ella lloró mucho encerrada en aquella habitación, hasta que a la semana como el nunca le dio la cara, simplemente se fue del pueblo una madrugaita sin que nadie la viera. Al tiempo supe por su mamá que estaba viviendo en Maracay. Mas nunca nos vimos pero supe que nunca más volvió a casarse.

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