...Esa noche Alexander salió en su viejo caprice , serían las 11 de la noche y era martes, los pasajeros estaban escasos y había que llevar platita al hogar. Cuando pasaba por el Médano, observó una mujer cargando una pequeña urna en sus hombros , está le sacó la mano y le rogó que la llevará al Chaparro un pueblito del Estado Anzoátegui. El lo pensó rápido y le dijo se montará al carro , la Doña lloraba por su niñito fallecido . En la carretera llena de charcos de agua , comenzaba a lloviznar y no podía correr porque en cada hueco que caía , parecía que el caprice se desarmaria. El miraba por el retrovisor y podía observar como le brillaban los ojos a la misteriosa mujer , que no paraba de llorar y lamentarse, también despotricaba de los malos hombres que embarazaban mujeres y luego las abandonaban por muchachitas , más bonitas y zánganas. La curiosidad y los nervios lo llevaban algo alterado , tuvo que preguntar a la mujer como había muerto la criaturita , ella gritándole le respondió que ella con sus propias manos le había quitado la vida al niño , para hacer sufrir al padre y hacerlo sentir culpable. El chofer al escuchar a la mujer , no sabía si parar y pedirle se bajara del vehículo o llevarla directo al comando de la guardia y entregarla por el asesinato cometido contra su hijito. La mujer gritaba y seguía llorando , el rezaba sin parar mientras arreciaba el aguacero , el camino se hacía interminable y los escalofríos recorrían todo su cuerpo. Al fin llegando al pueblito logró divisar una alcabala de policía, miro el retrovisor y la mujer seguía pegando gritos de rabia y dolor. Al llegar se detuvo y fue rápido a contar lo que le estaba ocurriendo , los policías corrieron hacía el vehículo y al abrir las puertas ya no estaba la mujer ni el pequeño ataúd. No lo podía creer , no había manera posible de que aquella mujer desapareciera sin dejar rastro alguno, los agentes se veían entre si y no sabían ni que decir ni que hacer con el asustado conductor.
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