Así era conocido por todos en el caserío San Vicente, en su bodega surtia a los vecinos del lugar y campos cercanos. Era muy apreciado por todos pues acostumbraba a fiarle a sus clientes más antiguos, al final de cada semana estos le pagaban y el como buen comerciante les daba sus ñapas. Cada lunes de madrugada los vecinos lograban oír cuando pasaba con su pesada carreta, tirada por su burro y acompañados por su fiel perro negro. Llevaban rumbo al pueblo más cercano donde se abastecía de todo tipo de víveres y artículos de primera necesidad que vendía en su bodega. Sobre las 3 de la tarde, de nuevo sentían y veían pasar la enorme carreta que siempre regresaba llena y cubierta con un encerado de lona. Así paso toda su vida en aquella bodeguita, conocía a cada familia y sus respectivas historias. A todos ayudaba en la medida de sus posibilidades, con eso también llenaba su soledad ya que nunca se caso ni tuvo hijos. Un lunes nadie lo vio pasar rumbo al pueblo como era su costumbre, tampoco lo vieron pasar en la tarde. Al otro día no abrió la bodega, los vecinos preocupados decidieron abrir la vivienda y lo encontraron muerto en el chinchorro. Ese mismo día entre todos construyeron una urna de madera y procedieron a rezarle un rato, luego lo sepultaron al fondo del patio. Un vecino propuso repartir todos sus bienes, entre sus vecinos que al fin y al cabo eran como su familia. Así lo hicieron dejando la bodega pelada, sortearon la vieja carreta, el burro y el perro y cada quien se fue contento con lo que le había tocado. Resulta que como a la semana comenzaron a escuchar de nuevo, pasar la pesada carreta por el camino. Luego cada noche el burro comenzaba a rebuznar desesperado, lo mismo el perro negro comenzaba con sus terroríficos aullidos que a todos les ponía los pelos de punta. Los vecinos de San Vicente asombrados no podían creer que el espíritu de don Cleto, los estuviese atormentando día tras día. Al cabo de un tiempo entre todos decidieron devolver la vieja carreta, el burro y el perro a la propiedad del bodeguero. Aunque de esos sucesos han transcurridos muchos años hay quien asegura, que de vez en cuando suelen escuchar el paso de la pesada carreta de don Cleto. Los lunes de cada semana los vecinos del lugar, no salen temprano de sus casas por temor de toparse con el bodeguero que aún transita el viejo camino acompañado de su burrito y su fiel perro negro.


1 comentarios:
Muy bueno ese pasaje
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