El Camino de los Difuntos #3

Luego de la sorpresiva muerte del tigre de barrialito, don Ponciano Cabeza y el haberme enterado una semana después de su deceso, decidí salir con rumbo al campo. Esa mañana, tarde un poco en salir, pues no me terminaban de entregar la vieja toyota que estaba en el taller de GOYO terminándole el tren delantero. Sería casi mediodía cuando cruce el puente del río Ipire, enfile con rumbo hacía los mamones el viejo fundito familiar. Al llegar luego de un lento y tortuoso recorrido a la puerta del banco, pare para tomar el camino lleno de charcos de agua, barro y altos pajonales y de inmediato vino a mi memoria la última conversación con el difunto Ponciano, esto me puso alerta y algo nervioso por lo solitario e intrincado del camino de los aparecidos. Al llegar al falso del Corozo, me baje lo abrí y pase, pero cuando regrese a cerrarlo pude ver claramente a Carmen Elena la mujer que cayó de su caballo y murió desnucada. Un escalofrío recorrió mi cuerpo y trate de no verla, pero esta vez ella levantó su mano y me saludo, yo sólo monte al carro y acelere. Luego al llegar al otro falso de tubos quedé más sorprendido aún cuando vi con mis propios ojos al viejo ya difunto Agapito, abriéndolo para darme paso. De inmediato se me ocurrió ponerme a orar y pedir por el descanso eterno de tantos vecinos ya muertos, que aún no lo saben y siguen transitando dicho camino como lo hicieron cuando estaban vivos. Luego cuando vi el falso de tubos azules a la entrada del fundo, respire hondo y de nuevo baje a abrirlo y mi mayor sorpresa fue ver cruzar sobre su burro al recién fallecido Ponciano Cabeza. No podía creerlo y veía hacía todas partes buscando cristiano vivo, para saber que no estaba soñando y luego se me acerco y me dijo : no se asusté catire que arrieros somos y en el camino andamos y desapareció.

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