Brígida luego de morir Cristóbal su tercer esposo, se sintió muy sola ya el dinero y el ganado no la hacían feliz. Entonces salió de nuevo de cacería, está vez conoció a Ramoncito Pérez un coleador de Cazorla, más limpio que talón de lavandera. Ella necesitaba amar y ser amada, este hombre era joven, fuerte y muy atractivo. A el ya sus amigos le habían advertido que al parecer la mujer había asesinado, a sus 3 esposos con un veneno para ratas. Pero la diferencia es que está vez si estaba perdidamente enamorada del coleador, este no era ningún angelito y decidió tomar sus precauciones, no comía ni bebía nada sin antes estar seguro. La boda se realizó y los primeros dos meses fueron maravillosos, ya cuando se acercaba el tercer mes el hombre se dijo o es ella o soy yo. Esa noche ella mando preparar una cena especial, para agasajar a su joven marido, este pensó era su final y entonces tomo la iniciativa, hecho tres pasitos en la Copa de la amorosa esposa. Luego de cenar, ella le confeso sus anteriores crímenes, le juro que con el si sentía el amor que siempre había soñado, por tanto no lo mataría. El conmovido por las palabras de Brígida, le propuso un brindis, además le juro amor eterno. A la mañana siguiente la viuda amaneció muerta y Ramoncito el nuevo rico del pueblo, fingía llorar desconsoladamente. Como reza un dicho: El que a hierro mata, no puede morir a sombrerazos.
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