El Llano en Agosto

 En sabanas Guariqueñas las aguas inundan no sólo los terrenos bajos, también los sueños y las ganas de la gente humilde de los campos. Es el caso del compadre Venancio, su mujer y sus 5 muchachitos que ven frustradas sus ganas de seguir sembrando y produciendo por Aquí, pues la historia se repite año tras año. Contaba el compadre que no hace mucho trabajo toda la familia preparando la tierra, a fuerza de hacha, machete, pico, pala y mucho sudor y por supuesto endeudado con uno de los ricos del pueblo, que le facilito semillas e insumos para trabajar este año. Luego de tanto esfuerzo cargado de ilusiones y proyectos, lograron arar y sembrar su predio, luego orando al Dios bendito que trajera las necesarias lluvias que regarían lo plantado. Lo malo fue que este año el agua ha caído casi que como un diluvio que no para, de nada valieron los cuchillos en cruz ni los rezos a Santa Barbara para que detenga los fuertes aguaceros. Ante su mirada atónita y sus nervios destrozados pudieron ver como el río creció, los caños se hicieron gigantes e inundaron todo y se llevaron lo que no debieron llevarse. Hasta la casa una mañana amaneció inundada y debieron tomar lo que pudieron y salir corriendo antes de perecer ahogados en su propiedad. Aquí los tengo en mi humilde casa dándoles cobijo, hasta que las aguas se vayan y retorne la normalidad a estas sábanas. Como decía mi vieja: cuando el pobre lava, entonces llueve a cántaros.

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