En lo profundo de la sabana, cuentan de un pozo que no deja salir a quien se bañe en el. Tuve la oportunidad de conocerlo, una tarde sabaneando con don Escolástico, en busca de unos mautes perdidos. El lugar es sombrío y enmontado y según allí mismo se han ahogado varios muchachos que según ellos , no creían en cuentos de caminos. Esa noche mientras cenábamos, Don Cola nos contó de la muerte de su nieto mayor Juan de Dios en ese pozo. Resulta que esa tarde salieron varios muchachos a pescar las lagunas cercanas, pero como no les fue bien, decidieron ir y pescar el Pozuelo y al parecer lograron sacar 2 sacos llenos con guabinas, bagres, terecayas y BABOS. Cuando el nieto monto su burro, se dio cuenta le faltaban las alpargatas y de inmediato se devolvió y encontró una, pero la otra la vio dentro del agua y se metió a sacarla. Cuenta sus amigos que lo vieron tratando de salir del agua, pero algo lo halaba hacía el fondo y el trataba de zafarse y les pedía ayuda. Ellos lo tomaron de manos y lo halaron, pero una fuerza superior lo hundió ahogándolo. De inmediato corrieron y avisaron a la familia, Don Cola se vino con sus hijos: Eleuterio y Ceferino y se zambullo al pozo con la esperanza de sacarlo y revivirlo. Logró tocarlo y sacarlo a la superficie con ayuda de sus hijos, pero cuenta que del pozo salió una mujer horrible que gritándoles logró zambullirlo nuevamente. Ellos asombrados y adoloridos, lo intentaron sacar de nuevo y no pudieron encontrar el cuerpo. Al otro día trajeron a don Liborio quien trajo su totuma, vela y tabaco y poniéndola en el agua, recitó una oración que nadie entendió y luego les dijo estuviesen atentos. Según don Escolástico al poco rato floto el cuerpo de Juan de Dios, lograron recuperarlo y darle cristiana sepultura. Así como esta historia del pozo, por aquí hay muchas otras. Es difícil de creer claro que si, pero como dicen en estos montes: de que vuelan, vuelan.
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