La Muerta de los Cotoperis

Esta historia fue cierta, nos ocurrió hace ya bastante tiempo en pleno camino cerca del fundo del mismo nombre. Esa tarde de mayo partimos rumbo al fundo la Tortuga propiedad de don Rafaelito González, en la vía de San Vicente. Al llegar fuimos recibidos con unas cervezas bien frías y unas bateas de carne asada con yuca, los copleros del unare amenizaban el parrando y el ya difunto Indio cantor se desgranaba en la tarima con sus alegres interpretaciones.Tambien la Guariqueñita y el tucusito llanero se enfrentaban en fiero contrapunteo, los invitados hablábamos y disfrutabamos contentos por tan buena atención. Ya a la media noche decidí partir de regreso al pueblo junto a mi señora y los amigos que venían en la batea de la toyota, justo cuando veníamos pasando por los COTOPERIES me detuve y el primo Venancio corrió abrir el falso, al alumbrar al sitio todos pudimos ver la figura de una mujer altísima que vestía de blanco y nos pegaba lecos furiosa. Bendito sea el primo corrió sin abrir el FALSITO y no me quedo de otra que pisar la chola y llevármelo por delante, mi mujer gritaba y lloraba asustada y los pasajeros alterados me gritaban corra pariente corra duro que la bicha casi que nos alcanza, veníamos presa de los nervios y por el retrovisor veía cada vez más cerca aquella endemoniada figura que no dejaba de perseguirnos. Créanlo o no primos la muerta nos persiguió justo hasta el puente sobre el río Ipire, allí se detuvo y los que venían en la batea de barandas me gritaban que la figura ya no se veía en el oscuro camino. Al llegar a Zaraza me detuve en Curazao a dejar los pasajeros y todos juran que ese aparato sin duda era la Sayona, un ESPANTO que persigue a borrachos y parranderos que andan de noche tarde buscando lo que no se les ha perdido. Mi esposa hoy me lo recordó y como siempre me reprochó la hora , pues se quería venir desde temprano. Menos mal que no venía sólo, pues me dirían que es un cuento de borrachito.



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