Los Duendes del Batatal #2

Luego de huir aquella noche con el oro de los duendes y cambiarlo en un banco de Maracay por sacos de billetes, se compró un fundito en la plancheta, también compro un lote de vacas lecheras y un buen padrote. Pero lo que más le gustó sin duda y se notaba el brillo en su mirada fue su Jeep Willys verde descapotado, fue de los primeros que llegaron a Zaraza y recorrieron todos esos caminos y barriales. Mientras en TUCUPIDO los duendes habían regresado al BATATAL a desenterrar su tesoro y se habían dado cuenta que habían sido víctimas de un ladrón. Estos estallaron en cólera y juraron descubrir quien o quienes habían sido los culpables de la pérdida de su tan apreciado oro, contaba el pariente Arbeláez que se mudó con su mujercita y sus sutes a su nueva propiedad. De inmediato se busco un encargado y el se dedicó a rodar por TUCUPIDO, Valle de la Pascua, El Socorro, Chaguaramas llevándose a cuanta India encontrará en esos solitarios caminos Guariqueños. Todos en el bailorio le celebraban sus cuentos y picardías al llanero chusco y hembrero, Aún a sus 80 y tantos años confesaba haber procreado a por lo menos 52 hijos y se ufanaba de haberles dado su apellido a todos y por supuesto su manutención. Contaba el pariente que una noche ya muy tarde venía de dos caminos en su Jeep, en la carretera se le atravesaron unos duendecillos y el en vez de esquivarlos los aplastó y piso chola dándose a la fuga.

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