Los Duendes del Batatal #3

Esa noche y madrugada el pariente Arbeláez nos deleitó a todos sobre sus historias con los duendes y su oro, contaba con su risa socarrona como cada vez que pasaba en su Jeep Willys por TUCUPIDO les arrojaba las botellas llenas de cerveza y los duendes les devolvían pequeñas piedras y maldiciones. Al parecer por el olor del llanero ya los duendecillos sabían que el era el causante de sus desgracias, narraba como en cierta ocasión su señora le comento que había escuchados extrañas risas dentro de la casa y hacían desastre buscando por todas partes. El de inmediato se puso en alerta y al cabo de un tiempo vendió el fundito y se devolvieron para Agua Negra sus viejos correderos, los duendes buscaron en todas esas sábanas su oro sin poder encontrarlo. El sabía que algún día se volvería a topar con ellos pero eso lo tenía sin cuidado, total su vida de parranda y mujeres lo hacían sentir un llanero vergatario. En los caseríos vecinos los duendes eran cada vez más avistados, la gente ponía ramas de olivo en la entrada de las casas para ahuyentarlos, también colocaban cuerno de ciervo, sal, sábila con cintas rojas. Mientras tanto los hombrecitos desandaban los caseríos, pueblos y campos furiosos en busca de su tesoro.

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