Socorro y Consuelo fueron las primeras dulceras de Chaguaramas, vivían en plena Carretera Nacional cuando la misma aún era de granzón. Su madre Doña Catalina Carrillo fue quien las enseñó a elaborar los ricos y suculentos dulces y otras delicias tales como: Arroz con coco, Pan de horno Catalinas, cortados, templones, tunjas, Conservas tanto de leche, como de coco etc. La casa vivía llena de abejas todo el tiempo, el papelón y la mercocha eran bien empleados por las hermanas para empalagar a todo el que probará aquellos manjares. los hombres del pueblo eran clientes asiduos a la pequeña bodeguita y por supuesto niños y zagaletones también. Eran bien parecidas y sus esculpidos cuerpos eran la envidia de las mujeres del pueblo. los clientes les musitaban tiernas palabras de amor, pero estas eran indiferentes sabiéndose hermosas y deseadas. Al mediodía cuando el sol daba sus peores arañazos ponían varios frascos en frente con ricos guarapos de papelón con limón, Parchita, chicha de maíz cariaco y la gente venía con centavos, medios y lochas a deleitarse entre dulces y ricos guarapos. En las tardes de coleadera venían jinetes con todo tipo de hermosos caballos: blancos, Mosqueados, Caretos, Castaños, Canelos y los llaneros al son del Arpa bullanguera formaban las parrandas. Las mujeres salían con sus vestidos y camisones de colores encendidos, las cayenas en sus largas cabelleras las hacían lucir más femeninas y hermosas. las Carrillo siempre deslumbraban a todos por su sencillez y dulzura, aparte de lo trabajadoras que fueron. Nunca se casaron y luego de la muerte de su madre se unieron mucho más, pretendientes nunca les faltaron y más de uno tuvo que restregarse el corazón con salmuera ante el rechazo de las hermanitas. En las noches Chaguaramas se alumbraba con grandes lámparas de carburo, ellas tomadas de brazo paseaban por la plaza, mientras los hombres observaban como se les movían con gracia tanto los senos como las caderas. Vivian en las lenguas ponzoñosas de sus vecinas, que celaban a sus novios y maridos de las Carrillo. Cuando llovía fuerte ellas salían a correr por el pueblo desenfadadas y felices con sus ropas adheridas a sus contorneados cuerpos. Fallecieron ancianas y consumidas por el fiero clima del llano venezolano, Socorro y Consuelo endulzaron por muchísimos años a Chaguaramas y muchos aún las recuerdan.

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