En estos días conversando con mi esposa sobre su infancia y juventud en el campo, recordó su primer perfume y por supuesto su fragancia. Contaba que recolectaba huevitos de Guinea y de gallina que luego llevaba a zaraza para venderlos en la bodega de Ponciano. Luego iban al Médano donde los musius tenían sus comercios y ofrecían telas de hermosos colores y estampados para la confección de blusas, faldas, vestidos, además de polvos y cintillos que adornaran las cabelleras de las muchachas del pueblo. Pero lo que siempre llamo su atención fue aquel frasco con la foto de una novia dibujada y con el nombre de RAMILLETE de NOVIA Que además decía en letras pequeñas el perfume de las novias bonitas. Me contaba con ojos iluminados que reunió de apoco hasta que un sábado mientras visitaban el pueblo con el resto de su familia en busca de provisiones, entro a la tienda donde ya había preguntado por el precio del perfume y desenvolviendo un viejo pañuelo fue contando centavos, lochas, medios y reales hasta que reunió los dos bolívares con cincuenta que costaba el perfume dentro de aquel hermoso frasco. Luego me contó como tuvo que compartirlo con sus hermanas eso si en ocasiones muy especiales. Como cuando venían al pueblo a presenciar el desfile de carrozas al inicio de los carnavales de zaraza, luego corrían en el torbellino por las calles llenas de música y alegría. Eran tiempos de inocencia y de juventud, donde el respeto y la amistad eran cosa común entre la gente de nuestro país.



 
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